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Paz luego de la Tribulación: MI EXPERIENCIA LUEGO DE IRMA.

Paz luego de la Tribulación: MI EXPERIENCIA LUEGO DE IRMA.

Difícil escribir acerca de mi primera experiencia ante un Huracán, debo confesar que fueron días muy duros los previos a la llegada de Irma a mi ciudad, tengo poco tiempo en EE.UU y no estoy acostumbrada al caos y el miedo que se vive ante el anuncio de que un huracán se avecina, y mucho menos que sea categoría 5, te dedicas a investigar, te colapsas de información, te llenas de temores.  Todo esto me hizo temer tanto al desastre natural como a sus consecuencias (antes, durante y después), al ver que de forma muy precipitada en mi opinión no había algo tan pero tan indispensable como el agua (ya que estaba agotada desde el martes 5 de septiembre en los establecimientos comerciales), no se encontraban alimentos no perecederos como los granos, el atún o pollo en lata, cosas que son de presencia básica ante desastres o emergencias naturales.
El solo hecho de recordar el desastre ocasionado por Harvey en Texas unas cuantas semanas atrás, en el mes de agosto, me hacía sentir con miedo, con mucho miedo. Me sentí hasta egoísta al realizar mis oraciones y peticiones a Dios, pidiendo que no llegara a la Florida, luego me analicé, y puedo dar gracias a Dios porque en ningún momento deseé que se fuera a otro sitio, simplemente pedí al Altísimo que desviara ese huracán y cualquier otro que estuviera en camino, hacia el mar y que ahí se disipara y desapareciera, que no tocara tierra, da temor pensar en las muertes y en las personas desprotegidas, así como en las muchas enfermedades que vienen después de un desastre natural.
Esa noche del domingo 10 de septiembre no la olvidaré, dormía a ratos debo confesarlo, si dormía, pero despertaba y me mantenía así a ratos más largos,  y escuchaba el terrible sonido de las ráfagas de viento, eran vientos huracanados que hacían vibrar el suelo, los árboles, lo cuales retumbaban contra las ventanas, se sentía el paso del viento golpear las puertas,  esos vientos huracanados hacían vibrar mis oídos y hacían latir más fuerte mi corazón, fueron largas las horas de espera a que llegara Irma, pero la espera más larga fue cuando la sentía ahí en mi ventana, deseando con todo el corazón que se fuera, fueron aproximadamente 12 horas de miedo e incertidumbre de vientos y lluvias sin cesar.
En esos duros momentos contaba con el apoyo incondicional de Dios, y la mano de mi madre (quien durmió tranquila toda la noche) y mi esposo quien no pudo conciliar el sueño en su intento por cuidar y mantener a salvo a la familia, Bony mi hija perruna no sintió miedo en ningún momento o por lo menos no lo demostró, creo que a pesar de estar muy asustados todos, nos transmitíamos paz, por la certeza de lo que no se puede ver (fe), dicen que los perros perciben el estrés y las energías negativas, Bony durmió a ratos y caminó a ratos, acompañándonos en todo momento, protegiendo y acompañando a la familia.
Para el después, ya  la preocupación de las provisiones no era un problema porque conseguimos agua y comida suficiente para 10 días después de la tormenta, suena exagerado y lo es, ya que lo recomendado son 3 días, pero recuerden que esta fue mi experiencia. Ahora la preocupación residía en las inundaciones después del huracán, ya que la Florida el estado en el que resido es rico en lagos en los cuales abundan los cocodrilos (lagartos) y temía que si se formaban esos ríos que inundaron Texas habría cocodrilos por doquier, y sería terrible ser devorado o atacado por uno de ellos, te imaginas una de esas películas de horror.
Fueron horas eternas, quizás las más largas de mi vida, y que no quisiera repetir, hoy a 3 días de esa experiencia (10 de septiembre de 2017), puedo respirar y agradecer inmensamente a Dios Todopoderoso, por concederme la vida, y agradecerle por mi salud y la de mi familia, debemos ser agradecidos. Así mismo, debemos pedir a Dios misericordia, y orar por la salud y bienestar de los más desfavorecidos, los damnificados, refugiados y enfermos.
Debo confesar que me siento culpable de estar bien, de estar sana, ya que sé que hay muchas personas que no corrieron con la misma suerte, esta es mi experiencia, fue mi vivencia, me siento felíz, pero me siento triste, sentimientos encontrados. Pienso que debemos aportar nuestro granito de arena, ayudando de cualquier manera: oración, colaboración económica, mano de obra, insumos, hay tantas maneras de ayudar, cada quien la decide y toma acciones en la medida de sus posibilidades.
Seamos agradecidos con Dios, con la vida, no sigamos contribuyendo con la contaminación y el calentamiento global, que son algunos de los factores que contribuyen y hacen que estos fenómenos meteorológicos sean cada vez más agresivos y fatales para la humanidad, ayudemos a ayudar. Dice un dicho mejor es el que no estorba que el que ayuda.Cuidemos nuestro planeta, es la única casa que Dios nos dejó, cuidémosla, ayuda a tu vecino, ayuda a un amigo. Siembra un árbol, recicla, visita a un enfermo, llama a un familiar, da los buenos días, regala una sonrisa, se agradecido.
Y es que todos estamos propensos a ser víctimas de una tormenta recia, de esas que nos dejan derribados muchas veces, pero no destruidos, el Apóstol Pablo decía:
“…derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:9).
Así que todos a levantarnos luego de esta tormenta.
Deja abajo tus comentarios, cuéntame como fue tu experiencia!!

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0 comentarios

  1. Muy bueno el artículo sobre el huracán llámese como se llame pero mi experiencia personal es que mantuve la calma en todo momento confiando en El Dios Todopoderoso y segundo obedeciendo las.normas de seguridad
    emanada de los organismos del estado

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